Y se me ocurrió que...

Pues estaba yo pensando en mis mafufadas cuando de repente se me ocurrió pensar que soy muy pequeño, de tamaño infinitesimal; un microkikewaa, para acabar pronto.

Resulta que me dí cuenta de eso uno de esos días en que andaba con la más fea de las crisis existenciales breves que he sufrido. Son espantosas, ¿sabes? porque resulta que un día amaneces poca madre y sientes, piensas e incluso te convences (por alguna extraña razón) de que ese día (ningún otro mas que ése) va a ser un día de poquísima-su-madre.

Sales a la calle y te dispones a hacer lo que siempre haces. Pones el pie fuera de casa, te encaminas a tomar el camión que te llevará a la escuela-oficina-mercado (según tu actividad planeada para ese poquísima-su-madre día) y vas caminando (o en el medio en el que vayas) pensando que nadie te va a quitar el triunfo de las manos. Eres grande, poderoso, el mundo en su inmensidad no puede contra tí solo, simplemente NO PUEDE.

Llegas a la escuela (en mi específico caso de mi específico día de poquísima-su-madre, por ejemplo) o a donde tengas que ir. Y es tanta tu vibra positiva que todo el mundo te sonríe. Nadie te hace jetas no te rechazan las propuestas, aun siendo pendejadas. Te quieren, y lo sabes. Eres lo mejor que se pudo aparecer en la vida de los demás simples mortales. Eres un gigante; un, vamos a decirlo así: un giga-tu-nombre (por ejemplo: ese día yo era el gigakikewaa).

Sigues por la supercarretera de tu poquísima-su-madre día recibiendo sonrisas, halagos, y toda clase de cosas de ese tipo y buenos deseos. Es más, hasta esa vieja o cabrón feo y ojete que te hace muecas y se desquita contigo está de tu lado. O sea que la cosa mo podría haber sido mejor.

Pero en una de esas, despuecito de comer, te encuentras a una persona. De hecho, vienes contento de comer y te parece (o al menos tu cerebro procesa la remota posibilidad) de que esa persona hará que tu poquísima-su-madre día se transforme en un poquísima-su-madresísima día (o el superlativo de su preferencia).

Pues nel. Estabas completamente equivocado... Sí. Pensaste (pendejín) que Murphy se había olvidado de tí ese poquísima-su-madre día (porque estamos de acuerdo que ya no llegó a poquísima-su-madresísima día, ojo...). Ni madres; el pinche Murphy te dejó lo más sabroso para el final y la bella persona que te iba a cierrar con un poquísima-su-madresísima broche de oro tu poquísima-su-madre día, te lo convierte en un poquísima-su-puta-madre de día. O sea, de la mierda.

Piensas bonito y lo primero que te asalta la mente (porque aún no te ofuscas tanto) es: "No hay pedo, no todo en la vida es color de rosa". Porque en este punto del día, tu aparición mágica no ha derramado todo su cáustico veneno en tu poquísima-su-madre día. Nel, apenas viene lo bueno.

Todo tu optimismo y buena disposición se van disipando poco a poco porque tu mágica aparición no fue provista de las mismas condiciones de energía Kármica del universo que tú. Es una más de esas pobres y enfermas almas que vagan sin saber por qué ni para dónde. Y el pedo es que no conforme con eso, te arrastran hacia lo feo. Tanto así que tu buena vibra comienza a desaparecer. El giga-tu-nombre se convierte de repente en un mega-tu-nombre y de ahí a va gradualmente haciéndose más chico, hasta volverse un ser normal; un simple mortal, pues.

La cosa no acaba ahí. Aún tienes buena vibra y quieres compartirla con la mágica aparición. Te pones de buena onda y tratas de sacarla de la mala vibra del cosmos; pero ¿qué crees? Que te la pelas, porque se le ocurre emitir un comentario que te vuelve micro-tu-nombre.

Lo bueno de esto es que te deja unas lecciones de la vida invaluables:

• Si amaneces con ánimos de comerte al mundo de un bocado, que se la pele el mundo. Manda todo a la chingada y no salgas de tu casa. Es más, ni siquiera contestes el teléfono ni abras la puerta. Protégete de la mala vibra del universo en la comodidad y seguridad de casita.
• Si amaneces con ánimos de comerte al mundo de un bocado, no te emociones: Murphy no se ha olvidado de tí. Y ni sueñes, que el cabrón jamás se olvida de nadie y se chinga parejo a todos. Así como la ves.
• Si amaneces con ánimos de comerte al mundo de un bocado, llévatela leve. Quizá sí sea un buen día y puedas aprovechar tu potencial para hacer el bien en el mundo. Ojo, si ves a tu mágica aparición OLVÍDATE (así, de huevos... cabronamente OLVÍDATE) de que te va a cerrar con broche de oro tu poquísima-su-madre día. Ni madres, eso es para los ricos, las princesas y los influyentes. Y prepárate para convertirte en un micro-tu-nombre. Total, ya sabes cómo se siente. Pueden venir otros cinco ciclos de microego y ya no hay pedo. Ya lo controlas... eres un todo experto (perdón, un microexperto, jejeje).

Y así, queridos lectores (que qué cabrones, por cierto. Al menos salúdense entre sí en los comments. No me dejan ni uno, bola de ojetes) esto es para aquellos a los que no les ha pasado. Ya tienen una vivencia. Tómenla, háganla suya. Verán que cuando les pase se la van a llevar leve y hasta se la van a pasar por el Arc du Triomphe. Y se va a acordar del kikewaa y va a decir: "Pinche kikewaa, tenía razón. Ése güey es poca madre."

Ahí después me cuentan cómo les fue... Suerte...